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Aprendamos a hablar el lenguaje de las emociones

  • Escrito por Maria Alejandra Eguiguren Valera
  • 9 feb 2017
  • 2 Min. de lectura

Las palabras no matan, pero tienen un gran poder para herir.

Nos guste o no, nosotros los padres somos las personas que más influyen en la vida de nuestros hijos desde el primer día de vida.

Cuando les llamamos la atención, los castigamos, los sobre protegemos, les prohibimos cosas e incluso les decimos palabras hirientes, el mensaje que les queremos transmitir no va a sus oídos si no directo al corazón.

Ellos reciben el mensaje de una manera distinta, si los sobre protegemos piensan que les queremos transmitir que no pueden hacer algo sin nuestra ayuda, si les prohibimos, castigamos o llamamos la atención piensan que somos malas con ellos.

Nosotras las mamás no lo hacemos con mala intención, al contrario, cuando los castigamos o llamamos la atención es porque queremos que aprendan que lo que hicieron no esta bien, cuando los sobre protegemos de manera involuntaria es porque queremos que sepan que estamos pendientes de ellos buscando que nada malo les pase.

Sin embargo muchas de nosotras a la hora de corregirlos no sabemos dirigirnos de manera correcta a nuestros hijos y no llevamos una comunicación asertiva con ellos.

Últimamente he tenido unos días de locos con Macarena, no sé si es la edad, el calor que la tiene algo irritable o si algo estoy haciendo mal, pero por mucho que me esfuerce en ser paciente y controlar lo que le digo cuando siento que debo castigarla, llega un punto en que no puedo controlar mis emociones y simplemente expreso todo lo que tengo guardado para descargarme.

Desahogarse no es malo, descargarse si. En mi opinión, uno se desahoga conversando con alguien y tocando a fondo ciertos temas. Cuando nos descargamos solo abrimos la boca para soltar palabras negativas, hablamos con cólera de por medio y muchas veces sin ningún objetivo sano, solo herimos al receptor.

Desde que Maca empezó a comunicarse de manera más fluida conmigo, diciéndome las cosas que le molestan, lo que le gusta, lo que necesita en el momento o simplemente lo que quiere hacer, la comunicación se volvió ‘más fácil’ entre nosotras, lo pongo entre comillas porque si bien es cierto ahora me pide las cosas y no debo adivinar lo que quiere como cuando era bebé y me pedía todo llorando, sin embargo como ahora ya es capaz de establecer una conversación fluida, sabe discutir también y eso nos ha generado muchas diferencias últimamente.

Sé que a veces las cosas se salen de control y nos provoca que regresen a nuestra panza por unas horas hasta respirar y recuperar la paciencia para hablar con calma (me pasa seguido) pero no olvidemos que son niños, están en etapa de aprendizaje constante la cual también incluye sobrepasar los limites que les ponemos e incluso se ponen desafiantes para saber hasta donde pueden llegar para conseguir su objetivo, no les llamemos la atención con intención de herirlos si no con el fin de enseñarles que lo que hicieron no esta bien y que las pataletas o bloquearse en llantos no es la solución para conseguir lo que en ese momento quieren.

Las invito a reflexionar sobre el tipo de comunicación que tenemos con nuestros hijos, como bien me dijo una amiga psicóloga, aprendamos a hablar de corazón a corazón.

'Es más fácil criar niños fuertes, que reparar adultos rotos'


 
 
 

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